«MI voz taciturna
extraña para no repetirte
y no recordarte»
Janina Camacho Camargo.
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y los geranios
todavía desparramados
sobre aquel mapa-cuerpo de su densidad
hoy parecen faroles distantes de luna
o cirios recién encendidos a la hipótesis lejana de cierto limite
sobre las pequeñas aristas del recuerdo, que aunque mío
siempre extraño y ahora escribo
-riela 717-
«Y entretanto no había más
que el incesante brillo
y el incesante batir de esas alas
sobre espumas y ciudades,
sobre campiñas y lejanas praderas;
más allá de las torres establecidas por la
caída de la noche»
Ramón Palomares.
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en las formas feroces de lo pequeño
es donde el sueño se nos presenta sin golpes
es en la pausa de los que escapan del tiempo
cuando se proclaman -entre sus bisagras-
todos los silencios
y es cuando levantas la cara y miras al cielo
cuando a escondidas nos hundimos frente a un espejo
que no tiene un mar
-490 riada-
«AMO el béisbol, pero mi plenitud eventualmente se terminará y mi corazón, lentamente, se romperá. El béisbol se ha mantenido notablemente impermeable a la modernidad, pero es, como cualquier industria moderna, altamente alienable. Acudo a la poesía porque es menos susceptible a la circunstancia. No me conmuevo especialmente cuando un poeta habla de béisbol; no me interesa especialmente que un mundo se encariñe con el otro. Ahora mismo los necesito separados»
Fernando Pérez.
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y nunca, nunca más me pidas
aunque estés muriendo de frío
el calor de mis fogatas de versos
pídeme besos
ese abrazo ya vencido en el tiempo
y ojos para mirar las hijas que aún nos debemos
-487 riada-
«PERO
la soledad no se marchó
fue sólo
que ya no pude
volver a tocarla»
Armida García.
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como al día sin mes mi mano te desprende del calendario
y así es como expone tu sórdida geometría
a mis sentidos menos culpables
y te despliegas como el oído al bolero
bailando entre sombras tú y yo, somos uno otra vez:
-el hijo adoptivo del alquitrán y la luna
-312 riada-
«SERÍA mejor para el mundo
que yo no apareciera en mis Obras.
Alguien que sentía algo parecido cogió un cuchillo
y se cortó la oreja poseído por la tristeza.
A pesar de todo lo que con tanto esfuerzo había pintado,
era incapaz de encontrar la paz»
Eva Strittmatter.
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digo boca y te asomas tú
descalza e inmune a los jeroglíficos del frío
pasa es que hoy la lluvia te absuelve de lo incierto
que hilvanando distancias todo se abrevia mientras
calzan tu rostro los adjetivos más hermosos
que te definen
-311 riada-
«EN tus pupilas,
ventanas a tu alma… percibí,
una bandada de Robins
…alejarse, apurados»
Eva González.
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pagaría con cifras de mar
por unas palabras desprendiéndose de su boca
como pétalos obscenos
tonta ilusión
la que refracta desde el espejo
al silencio que desnuda las veces del agua
-riela 308-
«LA ruptura es nada más un desvío por aprovechar.
Viajar para contrarrestar la vorágine de lo externo.
Todo viaje va hacia dentro de los ojos»
Diana Araujo Pereira.
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con tu libro de las mareas en las manos
a la sombra del tamarindo y sentada junto al viejo pozo
miras a unos pájaros incendiar la vida con sus colores
te nombro como se nombran todas las cosas
y giras en mi voz como un trompo hasta articular
lo que sostiene a estas palabras mías
-302 riada-
«ESTAS paredes ya no existen
y aún ocupan un lugar.
Cruzamos puertas, soportes, soleras,
y aún los olores desaparecidos
están allí con los derrumbes de este tiempo»
Rafael José Álvarez.
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sobre el litoral de la primera página
del libro sin autor, sin figuras
ni palabras
se asoma el croquis del viaje final
itinerario desolado
el del amor colgado de una hoja
desde los tiempos de la erosión del agua
-riela 244-
«LO que guardas dentro de ti no lo oye nadie.
Eres el único habitante de tu piedra.
Acabas de tirarla»
Aleš Šteger.
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nombro liubliana y entonces llueve
sube al escenario aleš šteger conversando con william blake
sobre aquel regreso que cose desgarraduras de una primavera
yo me inclino por el agua y te apuesto marinera
un porcentaje de mi ruido por un pedazo de tu puerto
a que gana la lluvia
-194 riada-
«A esa mujer la lleva el viento
pero no parece importarle
ni tampoco la ráfaga o el ruido
que deja tras de sí”
Montserrat Martínez Cobo.
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el océano de sus ojos se poetiza al límite
y sin embargo, la terca chimenea que estrena olas
y mareas sobre las alfombras, luce tan lejana
no vislumbra el calor de la fantasía en los amores eternos
que sobreviven abrazados al verso
suspiro y silencio como único gesto, y su mirada
trasciende en los monitores del planeta
-riela 175-
739 riadas y rielas 